INTERPRETACIÓN CONSCIENTE E INCONSCIENTE
Todos los seres humanos somos vírgenes cuando nacemos, seguramente es el momento en el que se nos da a luz el clímax de nuestra igualdad, son esos primeros minutos de vida en los que somos tan sólo personas: carecemos de identidad, de vínculos, de religión, de idioma, de recuerdos etc. Carecemos de todo y eso es justamente lo que nos hace estar abiertos asimismo a todo.
Sin embargo, rápidamente nos vemos sumergidos en una determinada realidad, nos encuadramos en algún lugar concreto del mundo: un país, una casa y una familia.
El artista Miguel Ángel Buonarroti, cada vez que le preguntaban cómo era capaz de crear semejantes esculturas respondía lo siguiente:
“En cada bloque de mármol veo una estatua tan clara como si se pusiera delante de mí, en forma y acabado de actitud y acción. Sólo tengo que labrar fuera de las paredes rugosas que aprisionan la aparición preciosa para revelar a los otros ojos como los veo con los míos”
Nosotros, las personas, podemos compararnos de algún modo con esos bloques de mármol, puesto que al principio de nuestra existencia todos somos parcos, sin forma, sin convicciones, y, poco a poco, a través del contacto con las personas y el mundo que nos envuelve vamos limándonos y adquiriendo una forma determinada. La forma que vayamos logrando dependerá en gran medida de la cultura de la cual formemos parte, y ésta variará enormemente en función del lugar en el que nos encontremos.
Según Geertz la cultura es “un sistema de concepciones expresadas en formas simbólicas por medio de las cuales la gente se comunica, perpetúa y desarrolla su conocimiento sobre las actitudes de la vida”
Por tanto, partiendo de esta definición y de lo dicho anteriormente podemos aceptar que es la cultura la que otorga un sentido al mundo y lo hace comprensible para cada individuo. Dicho de otro modo, la cultura en la cual hayamos crecido y de la cual hayamos mamado valores es la que nos va a guiar para interpretar la realidad que debemos enfrentar de un modo u otro.
Vamos a plantear la reflexión partiendo de la base de que podemos diferenciar dos tipos de realidades: realidad objetiva y realidad subjetiva.
La objetiva podríamos definirla como aquella realidad que se refleja en los hechos, en acciones, una realidad incuestionable que todas las personas pueden llegar a percibir, esta realidad es independiente del individuo, siempre se trata de la misma, más allá de quién la perciba.
A partir de esta realidad neutral e imparcial tendremos que ir desmenuzando realidades parciales, realidades subjetivas, que no son más que las interpretaciones que cada individuo le otorga a esta primera realidad compartida e incuestionable.
De esta manera sobre una misma realidad surgirán interpretaciones subjetivas totalmente diferentes, incluso, en ocasiones, contrarias. Esto es debido a que la manera en la que hemos aprendido a interpretar las realidades que nos rodean no es la misma. Cada uno de nosotros ha aprendido a otorgar un valor determinado a las acciones de los demás y a las propias. Todos estos aprendizajes y la configuración adquirida para interpretar la realidad la vamos asumiendo poco a poco hasta que llegamos a interiorizarla por completo. De algún modo, la hacemos íntima a nosotros mismos, integramos ese código de aprendizajes e interpretaciones tan profundamente que la mayoría de las veces no somos conscientes de nuestras propias interpretaciones.
Con esto queremos decir que estamos acostumbrados y naturalizados a interpretar la realidad de una manera inconsciente, sin que haya forzosamente una intención de interpretación, de manera natural e involuntaria percibimos e interpretamos automáticamente el mundo que nos circunda. La cultura y las interpretaciones que hacemos fluyen espontáneamente en el interior de cada individuo.
Echando la vista hacia atrás podemos afirmar que la primera definición que se dio de interpretación fue proporcionada por Freeman Tilden (1957). “La interpretación es una actividad educativa que pretende revelar significados e interrelaciones a través del uso de objetos originales, por un contacto directo con el recurso o por medios ilustrativos, no limitándose a dar una mera información de los hechos.”
Nos reiteramos sobre la misma idea que el autor defiende en su definición, puesto que coincidimos en que es la educación –en cualquiera de sus modalidades- la que nos da las primeras pautas para comenzar nuestro ejercicio de interpretación.
Encontramos diversas definiciones del concepto de interpretación a lo largo de la historia, una de las más recientes y actuales nos la proporciona Ralhp R. Greenson, quién entiende que “La interpretación significa hacer consciente un acontecimiento psíquico inconsciente preconsciente. Significa hacer que el Yo razonable y consciente se dé cuenta de algo que tenía olvidado.”
De manera natural toda la información que llega a nuestros cerebros es interpretada automáticamente, esta información puede ser consciente e inconsciente.
Aclarando esta frase, cabe decir, que si bien todos somos conscientes de las interpretaciones que realizamos, no todos somos plenamente conscientes de que la interpretación que estamos haciendo está condicionada en gran medida por nuestra cultura, valores y educación.
Por ejemplo en España, concretamente en Málaga, estamos acostumbrados a emplear un tono de voz elevado en nuestra comunicación, sin embargo si nos comportamos de la misma manera en otros países – Inglaterra, Bélgica, Noruega etc.- al escuchar una conversación en un tono elevado se siente ofendidos, siendo para ellos ésta una situación violenta. Como vemos, una misma situación –realidad objetiva- tiene diversas interpretaciones –realidad subjetiva- dependiendo de los códigos y el sentido moral previamente aprendidos.
Ahora bien, si pensamos desde un punto de vista profesional, nos percataremos de que no todo puede ser relativo, y de que tendremos que buscar y consensuar unas bases sólidas que guíen nuestras interpretaciones, bajo las máximas del respeto y los derechos y deberes universales. Creemos que es fundamental que todo educador sea consciente de la diversidad existente a la hora de actuar, que antes de precipitarse en sus reacciones reflexione y se ocupe de conocer cuáles son los pilares y las miradas dese las cuales se interpreta la vida en esa realidad concreta.
Ya que, el ser educadores no nos da derecho a imponer nuestra educación sobre otras culturas, sino que debemos tratar de conocer sus realidades, los valores morales que dan sentido a la vida de las personas con las que vayamos a trabajar.
Por ejemplo, cuando se le reprocha un mal comportamiento a un chico marroquí, él jamás va a mirarte a los ojos, puesto que en su cultura eso es una falta de respeto, sin embargo nosotros podemos interpretar justamente lo contrario. Este es uno de los motivos que dificultan la integración de los menores no acompañados en nuestro país.