CONCLUSIÓN

 

Al término de este trabajo podemos finalizar afirmando que lo primordial a la hora, tanto de observar como de interpretar, es que seamos conscientes de los procesos mentales que estamos llevando a cabo, que reconozcamos cuáles son las finalidades de dichos procesos y por qué los realizamos de esa manera y no de otra. Queremos recalcar, una vez más, la importancia que tiene el ser conscientes de las interpretaciones que hacemos. 

Al fin y al cabo vivir es interpretar la vida, inevitablemente todos estamos constantemente interpretando, y esto es positivo siempre y cuando seamos conscientes de que nuestra interpretación no es la única válida, y reconozcamos que cada persona tiene derechos a realizar su propia interpretación.

Se trata pues de vislumbrar que existen realidades profundamente diferentes a las que nosotros mismos vivimos, y que en lugar de juzgarlas desde nuestro punto de vista –con todos los juicios de valor que cada uno tiene interiorizados- debemos indagar y observar para poder, desde ahí, tratar de comprender cómo se han ido construyendo estas interpretaciones, y esto, sólo lo podremos lograr cuando seamos capaces de alejarnos de nuestras propias creencias y tratemos de comprender las de todas aquellas personas que viven e interpretan de formas completamente diferente.

La misión de toda persona, y muy especialmente la de todos los educadores, es aprender a traspasar esas fronteras que hemos creado en base a cultura, razas, apariencias etc. y crear un espacio conjunto en el que aprendamos a comunicarnos desde el respeto y la aceptación del otro.